jueves, 13 de septiembre de 2007

VISIONES DE LA PATAGONIA N°1

En las últimas décadas diversos sectores políticos y organizaciones sociales intentan resistir, a lo largo y ancho del mundo, al modelo económico y social neoliberal dominante desde mediados de la década de los setenta, modelo que afectó y sigue afectando hoy con distintos grados de degradación social al conjunto de la humanidad.

El actual sistema es causante de amenazas serias a la humanidad: modificaciones ambientales, llámese contaminación, cambio climático, agotamiento de recursos naturales no renovables y condiciones cada vez más frágiles en la calidad y cantidad de los renovables, hacen dudar de la sustentabilidad de la vida en el planeta. Mientras se mantenga el consumismo extremo de las sociedades del norte y la estadounidense en particular, la amenaza de guerras por los recursos naturales como los que ya se dan hace décadas en particular en Medio Oriente y África, se acerca cada vez más a nuestra región.

El neoliberalismo, modelo global y último modelo difundido hasta ahora como herramienta para impulsar y dirigir este proceso se muestra lejos de ser el modelo ideal, incluso en los países del norte. Así son el liberalismo y el capitalismo reales. Si hace dos siglos supieron ser revolucionarios, ya hace rato dejaron de serlo.


Pese a que los adelantos científicos y técnicos permitirían a la humanidad recuperar y mantener el equilibrio perdido con la naturaleza y superar los obstáculos a la realización plena de las necesidades del conjunto, el capitalismo, salvaje o no, decide y asigna funciones por medio de sus agentes locales, modela la sociedad, condiciona la realización de actividades y alterna entre la adecuación del espacio geográfico a las necesidades de reproducción de la población y la negación de la vida por medio de la explotación extrema, dependiendo esta ecuación del grado de conflictividad social.


Si bien en los países del sur y América Latina en particular el fortalecimiento del Estado de los años recientes genera algunas mejoras, analizando las iniciativas que se intentaron impulsar en los países del MERCOSUR y en la Argentina en particular, ninguna de estas políticas alcanzó ni estaría alcanzando a producir modificaciones significativas ni propuestas para hacer frente a esta situación y conducir el proceso desde la región. Esta ausencia de respuesta efectiva puede deberse tanto a la falta de voluntad real, a la incapacidad o la complicidad de los dirigentes y fundamentalmente a la debilidad de los movimientos que desde la sociedad deberían ser el sustento de estas políticas.


Esta debilidad es producto de la dictadura militar, que descabezó a las dirigencias combativas sindicales y territoriales y del retroceso en los 90, cuando no se logró impedir la imposición del Modelo Neoliberal acompañado por el asistencialismo, combinación que terminaría atentando a su vez contra la cultura del trabajo que caracterizaba al conjunto de la sociedad.


La Patagonia Austral no estuvo a salvo de este largo proceso de degradación social, económica y política. En la región, la mayor parte de las actividades se asienta en la explotación de sus recursos naturales, sin niveles importantes de agregado de valor local y en su exportación hacia fuera de la región y el país. Si bien los niveles de empleo y desarrollo humano son relativamente mejores que los valores nacionales y los recursos financieros que deja la realización de estas actividades en regalías, los gobernantes de ayer y de hoy, independiente de su color político, nunca promovieron la industrialización ni el desarrollo de mercados internos. Los proyectos de estos gobiernos apuntaron siempre a la provisión de servicios y obras públicas al servicio del perfil rentístico, con políticas de fuerte control social a fin de garantizar este modelo primario exportador y atrasado.


En el mundo actual lo único sustentable es la ganancia de los que siempre ganaron y aun así esta sustentabilidad se encuentra seriamente amenazada, junto con la vida de todos. Si antes esta situación era de incumbencia local o regional y los conflictos eran focalizados, en un futuro próximo, en las próximas décadas, todo parece inclinarse hacia una situación de extrema conflictividad. “El futuro ya llegó” y no podemos ser pasivos frente a semejante amenaza.

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